Johannesburgo, la ciudad de oro de Sudáfrica, pronto podría empezar a ser corroida por el agua ácida que fluye desde las minas que generaron su astronómica fortuna.
Las minas, excavadas hace más de un siglo y que se extienden por más de 40 kilómetros a lo largo de uno de los depósitos de oro más grandes del mundo, alcanzaron su límite de reserva de agua y en los próximos meses comenzarán a filtrar un cóctel tóxico de químicos, según expertos independientes y funcionarios de Gobierno.
De no ser controlada, se espera que el agua ácida de la mina estropee las obras cerca del afamado Museo del Apartheid del país, inunde los sótanos del centro de Johannesburgo y luego se filtre a las calles de la ciudad de unos 4 millones de habitantes.
«El riesgo del agua ácida que decanta de antiguas operaciones mineras es un peligro real y presente. Constituye una amenaza para nuestra economía, medio ambiente, salud e historia», escribió en un informe Terence McCarthy, profesor de geociencias de la Universidad de Witwatersrand.
Hace unos tres años, la última gran bomba que extraía agua de las minas dejó de funcionar, marcando el fin de una fiebre del oro que llevó riqueza a unos pocos mientras cientos de miles de africanos negros se adentraban en las profundidades para excavar.
Luego el agua comenzó a acumularse en las enormes cavidades subterráneas, mezclándose con las rocas formadas hace unos 2.800 millones de años y provocando reacciones químicas que produjeron ácido sulfúrico, metales pesados, toxinas y radiación.
Via | Reuters
Foto | Xavier Aldekoa