De la Copa del Mundo hay un rastro inconfundible, que son sus estadios. Los mismos recintos que hace 365 días se llenaban de aficionados de todo el planeta y que hoy cuelgan el cartel de cerrados por falta de uso. “Tenemos que repensar lo que haremos con el estadio de Green Point”, reconocían las autoridades de Ciudad del Cabo tras comprender que dos conciertos importantes y un partido amistoso al año no sirve para mantener una mole que costó más de 400 millones de euros.
La empresa concesionaria, al menos, lo vio así y ha pegado la espantada. El gasto que realizó el país en infraestructuras, en total, fue de más de 4.000 millones de euros (se incluyen gastos en aeropuertos y otras infraestructuras). El mantenimiento de los campos es un rémora ahora para un país que cuenta con una de las redes de los mejores estadios del mundo y que no cuenta con eventos para hacerlos rentables.
Sudáfrica gasta 7,1 millones de euros en este aspecto. “Era previsible, había que hacerlos para tener el Mundial”, dicen desde la organización. En la práctica, los tres grandes, Johannesburgo, Durban y Ciudad del Cabo, sobreviven con inventos como hacer pasar por el medio del césped del estadio el Gran Premio de Fórmula 1 que se celebrará en Ciudad del Cabo en 2013, conciertos y algún partido de la liga de rugby o alquilar las instalaciones para bodas y cumpleaños.
Eso los afortunados, que el resto de las sedes como Nelspruit o Polokwane cuentan con campos con capacidad para más de 40.000 personas y el mayor evento anual previsible es la fiesta de Nochevieja. “La Fifa ha dejado aquí muertos de cemento”, dicen los más críticos.
Via | El Confidencial
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