En el pasado mes enero, Sudáfrica contuvo el aliento cuando Nelson Mandela, el abuelo del país, estaba en el hospital. Aunque su fundación alegó que era un chequeo rutinario para una persona de 92 años, que cumple 93 el próximo 18 de julio, se vio pronto que la situación venía torcida: pasó dos noches en observación por una infección respiratoria y varios compañeros de revolución y familiares, algunos nonagenarios, se acercaron a visitarle.
Los rumores de que Mandela se apagaba se dispararon. Ayer se desencogieron los corazones de los más pesimistas. Madiba, su nombre de clan xhosa, viajó anteayer a la provincia sur de Eastern Cape para visitar durante unos días a su familia en Qunu, su aldea natal. Es su primer viaje desde su hospitalización.
Mandela aún está débil y voló en un avión privado, acompañado de su esposa Graça Machel, un equipo médico y se desplazó por carretera en ambulancia. Según su bisnieto, Luvuyo Mandela, en conversación con este diario, que gane la tozudez de Madiba solo puede ser signo de su bienestar.
«Tata (abuelo) está bien, quiere estar con los suyos y gracias a dios ya está fuerte como para coger un avión. No hay que preocuparse porque ha demostrado estar sano como para aguantar el viaje, la presión del avión, la carretera y ese tipo de cosas. Es una buena noticia», explicó.
El cariño de Mandela por la villa rural de Qunu no es de ayer. Al salir de prisión tras 27 años entre barrotes, el icono de la lucha antiapartheid se escapó al poco tiempo a su poblado de nacimiento. «Uno se convierte en un hombre cuando construye su propia casa», decía entonces.
Via | La República
Foto | Deia